
La Naranja Mecánica – A Clockwork Orange
(S. Kubrick - A. Burguess)
En los últimos tiempos me estuvo costando mucho encontrar un libro que me atrapara, pululé entre novelas muy sosas que no llegué a terminar y libros de Pigna para llorar por nuestra historia y presente, hasta que se me ocurrió la idea de iniciar un ciclo de lectura de novelas llevadas al cine y que en dicho formato haya disfrutado. Dejo afuera así un universo de libros, seguramente buenos, que habrán sido puestos en malas manos a la hora de llevarlos al celuloide. La idea me pareció divertida, potencialmente enriquecedora, y un poco desmitificante: fueron muchas las veces que escuché “la película es buena, pero el libro es mejor”. Ante esta aseveración emerge era una batería de preguntas, ¿cómo comparar dos formas tan diferentes de transmitir una creación? ¿Son comparables una película y un libro? ¿Qué criterio usa un guionista para elegir qué partes quedan en el filme y qué partes no? ¿Qué es mejor, ver la película primero, o leer el libro?...
Elegí empezar por La naranja mecánica por varias razones: es uno de mis filmes favoritos, fui empujado también por la recomendación de Juanca que no hace mucho incursionó en su lectura, y por otra parte, encontré en esta obra el único caso en el que se escribió un libro, se hizo una película, y también se escribió una canción. Si alguien tiene otros casos similares, serán bienvenidos.
No voy a contestar sistemáticamente las preguntas planteadas ut supra, ni tampoco es mi intención hacer una prolija comparación entre una obra y la otra. Lo que voy a hacer es contar algunas sensaciones, datos, y puntos de vista que me generó el leer la novela luego de haber visto el filme unas cuatro veces a lo largo de estos diez años.
La novela fue escrita por Anthony Burgess en el año 1961 y fue llevada al cine por el genial Stanley Kubrick en 1971. El filme estuvo prohibido en Inglaterra hasta después de la muerte de su director, recién hace siete años que puede ser exhibida libremente. La historia, para los trasnochados que no la conocen, es una narración en primera persona de un joven nasdat (adolescente) del futuro (1995) en una Londres sumida en la ultraviolencia. Este joven –Alex De Large- es apresado y sometido a un tratamiento pavloviano para luego ser reinsertado en la sociedad, una sociedad que en poco tiempo logra transferir el monopolio de la ultraviolencia detentado por las pandillas, hacia un Estado que cuenta al final de la historia con una policía voraz conformada, créase o no, por los mismos que antes la ejercían desde la otra vereda.
En este caso, encontré muy útil haber visto antes la película. Fue muy fácil asociar las imágenes a la narración, lo que da la pauta de un excelente trabajo de adaptación. No tardé en encontrar diferencias de distinto nivel de importancia (ej: Billyboy y sus drugos, en el comienzo del filme, no están por violar a una mujer joven y con un importante caudal de vello púbico como muestra la película, sino a una niña de diez años). De este estilo hay varias, no tiene sentido ahondar demasiado en esta review, pero me resultó extraño que por momentos encontré supresiones o cambios que –me parecía- tendían a aliviar el voltaje de violencia de la obra, y luego ocurría lo contrario: escenas ultraviolentas en el filme eran narradas más superficialmente en el libro (por ejemplo, la escena de la violación de la esposa del escritor). Lo cierto es que más allá de las diferencias propias de la adaptación (y no) no se puede negar que la lectura de Kubrick de la historia que Burgess quiso contar fue increíblemente acertada.
Pero no sólo Kubrick puso su cuota de genialidad. Creo que sin Malcom Macdowell, el éxito rotundo del filme no hubiera sido posible. Aunque el Alex de Burgess tiene quince años (Macdowell contaba con 28 cuando rodó) la personificación del adolescente megalómano, psicópata y violento que nos brinda es, desde mi punto de vista, una de las mejores actuaciones de la historia del cine. Mete miedo, pero a la vez, inspira una oscura admiración y respeto. Y hasta se dio el gusto de crear, más allá de la actuación: en la escena mencionada de la violación de la esposa del escritor y la paliza que le propinan a este, Kubrick le pidió a Macdowell que entonara una canción, sin especificar cuál. Y Macdowell eligió “Cantando bajo la lluvia”, porque fue la primera que se le vino a la cabeza y de la cual conocía la letra. Así construyó una de las escenas más memorables de la película, en la que se oponen la violencia y oscuridad de sus actos con la alegría de la canción. Claro, Alex en ese momento, estaba experimentando pura felicidad, ¿qué mejor canción que esa para entonar en tan gratificante momento?
La música ocupa un lugar de privilegio tanto en el filme como en la novela escrita. Alex es fan de la música clásica, en especial, de Beethoven y Mozart. El mismo Burgess elogió el trabajo de Kubrick en este rubro. Y la transformación del rol de la música es un hito dentro de la historia. De ser fiel compañera de Alex en sus aventuras, pasa a ser la causa de su intento de suicido, tratamiento Ludovico mediante.
La Gran Diferencia se da en el final. El libro de Burgess cuenta con veintiún capítulos divididos en tres partes. Veinte de ellos están incluidos en el filme, el último fue obviado tanto por Kubrick como por los editores norteamericanos que, unos años antes, publicaron la novela allí. Una verdadera pena no tanto por el contenido del capítulo, que en mi opinión no aporta demasiado a la obra, sino por la importancia que éste tenía para el autor y que en el prólogo de la edición que leí (Minotauro, 1976) se encarga de contar.
La experiencia fue muy gratificante. En la novela encontré una lectura fácil, veloz y muy lineal, acorde con el relato de un adolescente. La inserción de vocablos nadsat (slang muy utilizado por los jóvenes de la historia) no impide seguir la narración en lo más mínimo y la enriquece por demás. La película, directriz del cine de los ’70, es una verdadera obra maestra, en todos sus componentes.
¿Cuál es mejor: la película o el libro? Mi respuesta, al menos en este caso, es “los dos, y si es varias veces cada uno, mejor aun”.